martes, 1 de mayo de 2012

El Llamamiento de Dios


"Porque muchos son llamados, y pocos escogidos."
   (Mateo 22:1-14).
Por “llamamiento” entendemos la obra de Dios Todopoderoso, citando al hombre mediante su palabra y atrayéndole con su poder, con el objeto de que de pura gracia participe y goce de los beneficios de la redención obrada por Cristo en la cruz del Calvario. La palabra griega traducida llamamiento (o vocación) es “kaleo”, que significa citar o invitar. Este citar o invitar se hace efectivo por la eficacia de la palabra de Dios Soberano, como podemos ver en Isaías 55:10,11:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que realizará lo que me place, y cumplirá aquello para que la envié.”
 El poder creativo de la palabra de Dios se observa en Génesis 1:3: “y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Esta es una de las doctrinas fundamentales de nuestra fe, según Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos que el universo fue enteramente organizado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de cosas no visibles”. De la misma manera que Dios mediante su palabra creó todas las cosas, así también por medio de su llamamiento Él produce en los llamados la respuesta que la citación requiere.
 En el Antiguo Testamento se narra la historia del pueblo de Israel, al cual Dios llamó fuera del paganismo, comenzando con la persona de Abraham y su descendencia. Esta familia entró a Egipto y, más adelante, cuando creció en número de personas como un pueblo y comenzaron a ser abusados por Faraón y los egipcios, Dios los sacó de la esclavitud de Egipto, los llamó para que fueran su pueblo, para que le sirvieran y gozaran de su libre gracia para siempre.
 Además, ciertos individuos fueron llamados o ungidos por Dios con un propósito específico siempre en conexión con el destino corporativo de Israel, como lo fue Ciro, de quien se dice en Isaías 45:4,5 que no conoció a Dios: “Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste...yo te ceñí, aunque tú no me conociste”. Aún así, se le llamó “pastor”, “siervo” o “ungido” de Dios, uno que ejecutaría la voluntad de Dios.
 En el Antiguo Testamento, el concepto llamamiento significa una disposición de acontecimientos y destinos mediante los cuales Dios ejecuta sus propósitos. Para el profeta, los llamamientos de Dios expresan determinaciones incondicionales e irreversibles, que de ninguna manera pueden ser frustradas, son el ejercicio de la voluntad soberana de Dios, la ejecución de sus planes eternos. Romanos 11:29 nos dice: ”Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables”.
 En el Nuevo Testamento, el concepto “llamamiento” tiene que ver con la forma en que Dios se acerca al individuo. En los evangelios sinópticos y en Hechos de los Apóstoles el término usado denota el llamado o citación verbal de Dios para llevar al hombre al arrepentimiento. Este llamado al arrepentimiento es hecho por Cristo o por sus siervos en su nombre. Se llama al hombre a arrepentirse, a creer al evangelio, a la salvación y al servicio. La promesa del perdón de pecados y el don del Espíritu Santo es “para cuantos el Señor nuestro Dios llame” (Hechos 2:39).
 Mateo 22:14 dice: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”. Los “escogidos” son aquellos que responden al llamado o citación por la acción soberana de Dios que asegura invariablemente una respuesta positiva. Dios, eficazmente mediante su llamamiento hace surgir de manera efectiva la fe por medio del evangelio y la operación secreta del Espíritu Santo, quien une a los hombres en Cristo, según el propósito de gracia de Dios en su elección.
 También en el Nuevo Testamento los “llamados” son aquellos que han sido objetos de la acción soberana de Dios. El llamamiento es el acto mediante el cual se confieren los beneficios de la redención a quienes estaban ordenados para la salvación. Ahora bien, este llamamiento supremo y celestial a la libertad y la felicidad demanda de los llamados caminar como es digno de él, en santidad, perseverando y esperando pacientemente en el Señor, en paz y desarrollándose en un crecimiento constante.
 Dios está hoy llamando a los hombres al arrepentimiento de sus pecados a través del mensaje del evangelio. Dios envió a su Hijo al mundo a salvar a todo aquel que en él cree. La fe implica el reconocimiento de la condición pecaminosa de la cual el que cree en Cristo ahora se haya consciente y de la cual se haya arrepentido y se aparta por el nuevo principio de santidad que ahora posee por la acción del Espíritu Santo en su vida.
 Apreciado lector: ¿aceptarás en esta ocasión el llamado de Dios al arrepentimiento? Si es así, te saludo fraternalmente en el nombre de Cristo. Tus pecados te son perdonados y has sido declarado justo por la fe en la sangre preciosa de Cristo. Todo ello es obra de Dios, por de Él es la salvación en su totalidad. Ahora has de vivir dando con tu vida y servicio una respuesta agradecida a la bondad y la gracia de Dios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario