"Porque muchos son llamados, y pocos escogidos."
(Mateo 22:1-14).
Por
“llamamiento” entendemos la obra de Dios Todopoderoso, citando al hombre
mediante su palabra y atrayéndole con su poder, con el objeto de que de pura
gracia participe y goce de los beneficios de la redención obrada por Cristo en
la cruz del Calvario. La palabra griega traducida llamamiento (o vocación) es “kaleo”,
que significa citar o invitar. Este citar o invitar se hace efectivo por la
eficacia de la palabra de Dios Soberano, como podemos ver en Isaías 55:10,11:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y
no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da
semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi
boca; no volverá a mí vacía, sino que realizará lo que me place, y cumplirá
aquello para que la envié.”
El
poder creativo de la palabra de Dios se observa en Génesis 1:3: “y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Esta es una de las doctrinas fundamentales de
nuestra fe, según Hebreos 11:3: “Por la
fe entendemos que el universo fue enteramente organizado por la palabra de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de cosas no visibles”. De la misma manera que Dios mediante su palabra
creó todas las cosas, así también por medio de su llamamiento Él produce en los
llamados la respuesta que la citación requiere.
En el Antiguo Testamento se narra la historia del
pueblo de Israel, al cual Dios llamó fuera del paganismo, comenzando con la
persona de Abraham y su descendencia. Esta familia entró a Egipto y, más
adelante, cuando creció en número de personas como un pueblo y comenzaron a ser
abusados por Faraón y los egipcios, Dios los sacó de la esclavitud de Egipto,
los llamó para que fueran su pueblo, para que le sirvieran y gozaran de su
libre gracia para siempre.
Además, ciertos individuos fueron llamados o ungidos por Dios con
un propósito específico siempre en conexión con el destino corporativo de
Israel, como lo fue Ciro, de quien se dice en Isaías 45:4,5 que no conoció a
Dios: “Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu
nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste...yo te ceñí, aunque tú no
me conociste”. Aún así, se le llamó “pastor”, “siervo” o “ungido” de Dios, uno
que ejecutaría la voluntad de Dios.
En
el Antiguo Testamento, el concepto llamamiento significa una disposición de
acontecimientos y destinos mediante los cuales Dios ejecuta sus propósitos.
Para el profeta, los llamamientos de Dios expresan determinaciones
incondicionales e irreversibles, que de ninguna manera pueden ser frustradas,
son el ejercicio de la voluntad soberana de Dios, la ejecución de sus planes
eternos. Romanos 11:29 nos dice: ”Porque los dones y el llamamiento de Dios son
irrevocables”.
En
el Nuevo Testamento, el concepto “llamamiento” tiene que ver con la forma en
que Dios se acerca al individuo. En los evangelios sinópticos y en Hechos de
los Apóstoles el término usado denota el llamado o citación verbal de Dios para
llevar al hombre al arrepentimiento. Este llamado al arrepentimiento es hecho
por Cristo o por sus siervos en su nombre. Se llama al hombre a arrepentirse, a
creer al evangelio, a la salvación y al servicio. La promesa del perdón de
pecados y el don del Espíritu Santo es “para cuantos el Señor nuestro Dios
llame” (Hechos 2:39).
Mateo 22:14 dice: “Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos”. Los “escogidos” son aquellos que responden al llamado o citación
por la acción soberana de Dios que asegura invariablemente una respuesta
positiva. Dios, eficazmente mediante su llamamiento hace surgir de manera
efectiva la fe por medio del evangelio y la operación secreta del Espíritu
Santo, quien une a los hombres en Cristo, según el propósito de gracia de Dios
en su elección.
También en el Nuevo Testamento los “llamados” son aquellos que han
sido objetos de la acción soberana de Dios. El llamamiento es el acto mediante
el cual se confieren los beneficios de la redención a quienes estaban ordenados
para la salvación. Ahora bien, este llamamiento supremo y celestial a la
libertad y la felicidad demanda de los llamados caminar como es digno de él, en
santidad, perseverando y esperando pacientemente en el Señor, en paz y
desarrollándose en un crecimiento constante.
Dios está hoy llamando a los hombres al arrepentimiento de sus pecados a
través del mensaje del evangelio. Dios envió a su Hijo al mundo a salvar a todo
aquel que en él cree. La fe implica el reconocimiento de la condición
pecaminosa de la cual el que cree en Cristo ahora se haya consciente y de la
cual se haya arrepentido y se aparta por el nuevo principio de santidad que
ahora posee por la acción del Espíritu Santo en su vida.
Apreciado lector: ¿aceptarás en esta ocasión el llamado de Dios al
arrepentimiento? Si es así, te saludo fraternalmente en el nombre de Cristo.
Tus pecados te son perdonados y has sido declarado justo por la fe en la sangre
preciosa de Cristo. Todo ello es obra de Dios, por de Él es la salvación en su
totalidad. Ahora has de vivir dando con tu vida y servicio una respuesta
agradecida a la bondad y la gracia de Dios.
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